Perdona, Descartes

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  • 22 December 2022
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No; desde las fotos de mi habitación, me llegan los latidos del Albanta, percherón marino de paso dócil y seguro, los gritos de júbilo de Sabina cuando cogió su primera oreja de mar en Algayerens, el tremendo aplomo de Pablo tomando rizos en el canal de Menorca y en tantos otros sitios, la serenidad de Rosa leyendo cuentos a los chicos en nuestro primer chubasco nocturno, volviendo de Andraitx en el 91 (¡uf, que mal lo pasamos!).

No, esta no es una historia lógica, es una historia del corazón y, como tal, se toma o se deja. No se puede valorar el coste de lo vivido, ni elucubrar sobre como hubieran sido las cosas si, en lugar de haber construido, hubiéramos… No hay botón de rebobinado en la vida real y, si me lo preguntas, te contestaré que mañana mismo iniciaría la construcción de una embarcación nuevamente, quizá confundiendo la añoranza de la juventud con la pasión de una, a largo plazo, aventura marítima.