Una reflexión: Entre la estética y la eficacia.

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  • 22 December 2022
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Si ya has decidido la construcción de una embarcación, hay una cuestión que creo debes plantearte, si bien no estoy seguro de saberla explicar. Verás, en mi opinión, nos acercamos al mundo de la navegación por motivos diversos, que creo acaban concretados en dos; podríamos decir que de una parte está la pasión por los barcos y de otra, la pasión por la navegación. Curiosamente, no siempre van de la mano, de modo que conocerás personas que disfrutan equipando y manteniendo su embarcación al máximo nivel que pueden, mientras que otros centran sus esfuerzos en largar amarras y navegar. Por supuesto que hay posiciones intermedias, seguramente todos estamos entre esas dos opciones, pero más o menos eso es lo que encontrarás y te aconsejo medites sobre qué aspectos te atraen más. Lo creas o no, es importante. Navegar con seguridad y eficacia precisa de una serie de conocimientos y materiales; tener un barco que despierte la admiración de quien lo vea, precisa otras cosas. Si quieres un barco estéticamente impecable, perfectamente equipado, si quieres sentirte rodeado de todo tipo de aparatos, artefactos, marcas y brillos, habrás de seguir un camino. Si lo que pretendes es tener una embarcación eficaz, que te permita navegar con seguridad y cuyo mantenimiento no sea una locura económica, el camino será distinto. Otra forma de planteártelo es: Puedo comprarme un barco, pero me hace más ilusión construirlo, o bien, no puedo comprarme un barco y opto por la construcción amateur como una forma de conseguir un barco con un coste a mi alcance.

Sea cual sea tu situación, si pretendes emular los niveles de acabado y equipamiento de los buenos astilleros, vas a trabajar y gastar mucho más que si apuestas por la eficacia que, por cierto, a mi me parece una forma de belleza.

Esta reflexión tiene más importancia de lo que parece; permíteme que ponga un ejemplo: En los veleros, uno de los elementos más costosos y específicos son los winches (chigres, si lo prefieres). Al tratarse de artefactos de uso restringido a la navegación a vela, los precios son brutales. Probablemente, de usarse en automoción o en cualquier otra actividad, costarían una fracción de lo que nos hacen pagar. Pues bien, cuando alguien ha comprado un barco magnífico, se suele comentar: “Lleva quince winches, qué maravilla” o los que sean. Nosotros llevamos seis, de los cuales dos no los usamos casi nunca (winche de drizas en el palo y winche para drizas de génova y trinqueta), uno exclusivamente con tiempo regular o malo (rizos) y en cuanto a los dos winches del génova, los más caros, con un planteamiento de cubierta distinto, bastaría con uno.

Antes de poner un solo tornillo, sería bueno que supieras con claridad cuales son tus opciones. Si no te da miedo apartarte del camino trillado, quizás puedas ahorrarte mucho tiempo, esfuerzos y dinero construyendo una embarcación singular. En nuestro caso, al carecer por completo de experiencia previa, emulamos sin saberlo los criterios de los astilleros; hoy sabemos que no era nuestra opción, pero es algo tarde.