El comienzo de la construcción
01-06-2025 6 minutos lectura #comienzos , #santos

El comienzo de la construcción

Bueno, estás en el lugar en el que pretendes construir tu barco. Dispones de espacio suficiente, razonablemente nivelado. Tienes materiales y herramientas así como la cartilla de trazados del futuro casco. (Busca un rincón protegido, correctamente iluminado, ventilado, sobrio, sin humedad. Construye, con independencia de tus creencias, un pequeño altar y dedícaselo a quien quieras, pero que sea representativo del empirismo. Ya pongas una foto de un filósofo o de tu portera, ya le hagas ofrendas florales o deposites arandelas inox a sus pies, te vas a volver un empírico del tres. Es un vaticinio sin posibilidad de error, quizá lo único de lo que estoy absolutamente seguro en este tema).

Sobre un tablero de aglomerado (nosotros usamos aglomerado de 16 o 20 mm, no recuerdo, chapeado en melamina blanca por ambas caras) vas a dibujar el perfil de nuestras “rodajas”, a las que a partir de ahora llamaremos cuadernas que es más bonito (en realidad semicuadernas puesto que son medias cuadernas). Como se trata de trasladar al panel de aglomerado (o contrachapado, panel de fibras, lo que más rabia te dé) las cotas de la cartilla de trazados, puedes optar por varias soluciones. Nosotros dibujamos en papel vegetal del que usan en los estudios de arquitectura una gran parrilla formada por cuadrados de diez cm de lado, a la que trasladamos las cotas de cada semicuaderna; usamos rotuladores de colores, un color para cada semicuaderna, en cada cota una cruz.

En un solo (y enorme) papel obtuvimos todas las cotas. Colocamos el papel sobre el tablero, alineamos el eje vertical de la semicuaderna con el canto del tablero y con un clavo marcamos todas las cotas de la semicuaderna nº 1. Como cada pieza era de un tamaño distinto a la anterior pudimos trasladar al tablero las marcas correspondientes a todas las cuadernas. Hecho esto clavamos clavos en las marcas de la nº 1 y colocamos un junquillo flexible de modo que estuviera en contacto con todos los clavos formando un trazo regular; con rotulador pintamos su perímetro. Así una tras otra hasta completar el dibujo de todas las semicuadernas. Por el simple procedimiento de colocar el tablero sobre otro idéntico, obtuvimos las piezas por duplicado cuando cortamos con la sierra de calar ambos. Al desplegarlos por parejas como páginas de un libro, fuimos obteniendo una por una las distintas cuadernas, cuadernas que reforzamos con maderas transversales. Complementamos cada cuaderna con maderas cortadas y atornilladas de modo que la altura de la línea de flotación sobre la futura parrilla de montaje fuera idéntica.

Sobre el suelo construimos una estructura de madera que recuerda a unos raíles de tren invertidos: El equivalente a los raíles largos tablones de madera de pino perfectamente rectos, alineados y nivelados; las traviesas sobre los raíles del ejemplo eran tablas de menor grosor, pero bastante sólidas, colocadas a una distancia constante unas de otras. La distancia es la que en el futuro maniquí deberás mantener entre cuaderna y cuaderna; en nuestro caso era 97 cm.

Esta estructura, huelga decirlo, debe estar perfectamente horizontal; un largo tubo de plástico transparente lleno de agua es un nivel perfecto. Sobre cada una de las “traviesas” colocamos en orden las cuadernas; simples tablas de algo más de un metro con dos entalles a la distancia precisa hacían de separadores mientras colocábamos las cuadernas.

Aparte realizamos un trabajo latoso: Unir listones de madera de pino de 2,5 metros para formar otros de 5 y 7,5 metros con los que completamos el maniquí. En total consumimos alrededor de mil metros de listón entre la construcción del casco y la cubierta. En este proceso cometimos varios errores: De una parte la elección de un listón de escasa sección provocó posteriormente deformaciones en el maniquí bajo la enorme presión de las planchas de PVC. De otra, la compra de listones preparados por empresas moldureras cuando hubiera sido mucho mejor encargar en cualquier serrería la confección de largos listones a partir de los tablones que tuvieran mayor longitud.

Con los listones, fuimos recubriendo longitudinalmente el conjunto de cuadernas atornillándolos en los puntos de contacto; procurábamos dejar un espacio de 10 centímetros entre listón y listón. Poco a poco nuestro maniquí, enorme jaula de madera con forma de barco, crecía. Esta fue una etapa de ejecución muy rápida, en apenas una semana de trabajo continuo completamos el maniquí.

La siguiente etapa consistió en el recubrimiento de la estructura mediante planchas de PVC atornilladas a los listones. Las planchas de 2 x 1 metros tenían una importante rigidez que tiraba con fuerza en las zonas de mayor curvatura, zonas en las que produjo abombamientos en la estructura que acabaron siendo notorias en el aspecto final. De haber utilizado listones más gruesos o planchas de PVC ranuradas no hubiera ocurrido. Dado el precio tan elevado del material alveolar utilizamos espuma de poliuretano (mucho más barata) del mismo grosor en las zonas que posteriormente había que eliminar: Crujía, unión casco cubierta, estructura anular de reparto de esfuerzos del mástil, cartelas de cadenotes, etc. El truco, sin duda útil, tuvo un inconveniente inesperado: El distinto comportamiento del material ante la luz solar primero y los disolventes de la resina después, ocasionaron alguna deformación que fue preciso corregir posteriormente.

Antes de comenzar el trabajo de laminado hubo que resolver algunos apartados de menor peso pero de gran importancia. De una parte la colocación a lo largo del perímetro del casco, en la zona de unión con la cubierta, de una lámina de madera horizontal, dispuesta de modo que sirviera de base para el laminado de una pestaña, pestaña que utilizaríamos posteriormente para realizar esa unión. Asimismo, colocamos una pieza de madera trabajada convenientemente para que, una vez laminada, constituyera el alerón del timón, pieza sometida a grandes esfuerzos dadas las dimensiones de la pala y el sistema constructivo propuesto por el diseñador. En la zona de la orza colocamos una estructura de madera para obtener en el laminado del casco el apéndice necesario para la colocación de dicha orza.

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Luís Martí

Administrativo de oficio con múltiples aficiones. Aprendiz de todo, especialista en nada, inquieto de manual y bastante cegato. Tuvo la fortuna de coincidir con Rosa y llevar juntos a buen término un proyecto descabellado.

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