Cubierta

Si tuviera que analizar la presunta calidad de un cuaderno de planos para construcción amateur, no miraría los planos del casco, sino de la cubierta. Los nuestros eran casi inexistentes y el conjunto de problemas que eso nos ocasionó, excede con mucho lo imaginable. Exige unos planos constructivos de cubierta que detallen absolutamente todo: Guanteras, tambucho, escotillas, refuerzos para carriles, winches, cadenotes, herraje de roda, paso de cables y antenas, antiderrapantes, bitácora, cornamusas, cáncamos, carriles de mayor y génova, arraigos de contra, y, esta vez de verdad, un larguísimo etcétera. Un casco no pasa de ser una superficie curva, ideada con más o menos cualidades hidrodinámicas. Su flotabilidad, estanqueidad, resistencia, obedecen a criterios de sentido común y lógica aplastante. En cuanto a las formas del casco, cualquier copión avezado puede fusilar un proyecto eficaz, porque los hay a miles, muchos muy parecidos, muchos buenos. Doy por sentado que no hablamos de regatas, mundo fascinante del que ignoro todo.

La cubierta es una parte básica, fundamental, de la que depende en gran medida la seguridad, comodidad, habitabilidad y eficacia de la embarcación. Del acierto en su diseño y ejecución depende tanto que los accidentes en puerto se minimicen, como que en navegación se pueda mantener control sobre el barco y soportar largas navegaciones. Como en tantas facetas de la vida, en esta obviamos cuestiones básicas: Los accidentes más frecuentes son las caídas en puerto, las fracturas en los dedos de los pies por golpes en cubierta, las caídas por deslizamiento, golpes de graves consecuencias por haber topado con cantos vivos, lesiones producidas por fuertes desniveles, asientos mal concebidos, brazolas de espanto, winches-obstáculo y bosques de obenques sin control. Una cubierta despejada, con antiderrapante eficaz, fácil de abordar desde el pantalán, accesible desde el auxiliar, no tiene precio.