Si sujetas firmemente al casco dos simples varillas metálicas verticales, una en proa, otra en popa, ambas en crujía y en los puntos correspondientes de la cubierta haces dos orificios de diámetro ligeramente superior a los de las varillas, tendrás resuelto el problema de la colocación. Con la cubierta en el aire, colgando de la grúa, podrás dirigirla hacia los puntos de contacto y dejarla deslizar por las varillas. Te quedará tan perfectamente ubicada como cuidadoso hayas sido en la colocación del sistema de guiado.
Para izar la cubierta con seguridad, nosotros usamos un procedimiento simple que resultó acertado. En primer lugar, giramos la cubierta (estaba boca abajo, recuerda) para ponerla en posición normal. Seguidamente, colocamos un largo tablón por debajo, en el eje longitudinal, que aparecía por el tambucho y por el orificio reservado a recibir una escotilla de proa; hicimos que la grúa trabajara sobre los dos extremos del tablón, con lo que la horizontalidad de la pieza y el control en el aire fueron perfectos. No era una pieza pesada, pero casi trece metros de longitud y más de cuatro de anchura, imponen.
Mayor dificultad tiene la exacta coincidencia de mamparos y formas de bañera. Algún retoque te tocará hacer, pero con la cubierta perfectamente guiada por el sistema propuesto, simples trozos de madera te permitirán levantarla lo suficiente para hacer los trabajos de ajuste preciso. Una vez conseguido el ajuste, el paso siguiente es unir la cubierta al casco.
Luís Martí
Administrativo de oficio con múltiples aficiones. Aprendiz de todo, especialista en nada, inquieto de manual y bastante cegato. Tuvo la fortuna de coincidir con Rosa y llevar juntos a buen término un proyecto descabellado.
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