Auxiliar
01-06-2025 3 minutos lectura #auxiliar , #neumatica , #neopreno , #PVC

Auxiliar

Según el tipo de navegación que hagas, vas a pasar muchas horas en el auxiliar. En la práctica, aun en el caso de que seas cliente asiduo de los puertos, disponer de un auxiliar de tamaño razonable, sólido y equipado con un fuera borda de suficiente potencia, es un elemento de seguridad adicional, amén del único medio eficaz de hacer pequeñas excursiones por calas y costas.

Hace años, en casi todos el elemento fundamental del tejido en que eran construidos, era el neopreno. Lentamente, los fabricantes lo fueron sustituyendo por el PVCPVC, lo que da como resultado embarcaciones más ligeras, económicas y, sintiéndolo mucho, frágiles. Me temo que si buscas solidez, habrás de admitir peso, bien en forma de tejido de PVC de mayor gramaje, bien volviendo al neopreno, lo que nos coloca en el punto de partida.

Mi experiencia es que las neumáticas de PVC “normales”, digámoslo así, no reúnen las características necesarias para darles el trato duro que sufren en los barcos, máxime si te gusta el buceo y pretendes embarcar equipos. Tras reventar una neumática de PVC de un fabricante conocido, tuvimos la suerte de conseguir una embarcación de neopreno que fabricaba en Zaragoza la casa Artiach. Es robusta, grande y sólida, aunque por su tamaño, cuatro metros de eslora, montarla en cubierta no es sencillo. Si arribamos a algún lugar por el que pensamos vagabundear varios días, pasamos una buena hora entretenidos con su montaje, porque el resultado lo merece. Un Honda de 15 cv la mueve a la perfección. Para estancias cortas e imprevistos, llevamos estibada una Narwhal de PVC de 2,65 metros y suelo enjaretado, con un Tohatsu de 3,5 cv.

Tenemos preparados un par de fondeos ligeros (cadena de 6 mm, unos metros de cabo, rezón plegable) en bolsas de malla de nailon; siempre que utilizamos un auxiliar, echamos a bordo una de las bolsas como medida de precaución. No hace mucho, frente a San Carlos de La Rápita, bajamos a tierra a dar un paseo; a la vuelta, se había levantado un viento fresquito, en dirección a la salida del fondeadero. El motor se negó a funcionar e intentamos, en vano, acercarnos a remo. Afortunadamente, vieron nuestro número cómico desde un velero cercano y con una moto acuática (terror de los fondeaderos tranquilos), nos remolcaron amablemente. Gracias, amigo. Revisé el motor sin encontrar fallo alguno y, claro está, no ha vuelto a fallar.

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Luís Martí

Administrativo de oficio con múltiples aficiones. Aprendiz de todo, especialista en nada, inquieto de manual y bastante cegato. Tuvo la fortuna de coincidir con Rosa y llevar juntos a buen término un proyecto descabellado.

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